Valores educativos en niños: La escasez multiplica la imaginación
Menos es más.
Si queremos lo mejor para nuestros hijos, desterremos de una vez y para siempre la idea de abastecerlos constantemente de bienes de diversa naturaleza. Pero no porque no podamos. No porque no nos lo podamos permitir económicamente, ni por falta de generosidad. Hagámoslo a propósito. Porque MENOS ES MÁS.
Es en la escasez de lo material donde se dan las cosas que merecen la pena; donde acontece el crecimiento personal y la creatividad; el desarrollo del pensamiento y el descubrimiento del mundo y de uno mismo; la lectura, la observación, el contacto con la naturaleza, el deporte.
Es en la ausencia de “cosas” donde más se estrechan las relaciones. Porque las “cosas” en mayor o menor medida entorpecen nuestras relaciones con otras personas. Nos distraen, nos esclavizan. Y lo comprobamos cuando salimos del mundo urbanizado y pasamos unas horas en la naturaleza con familiares o amigos. Nos sentimos liberados porque solo somos ellos y nosotros y nada más. Nada que hacer, nada que recoger, nada que preparar ni nada que robe nuestra atención de lo importante: las personas. Disfrutarnos, conocernos, querernos. Y jugamos, reímos, atendemos y abrazamos más. Y nos sentimos más plenos que habitualmente porque nos estamos llenando de algo que es DE VERDAD, lo otro es morralla.
De modo que cuando mantenemos a nuestros hijos en la sobriedad les estamos dando algo mucho más grande de lo que les negamos. Es el sustrato para que broten las cosas de verdad. No podemos cogerlos y marcharnos a vivir a una cabaña en el bosque, pero sí podemos reflexionar sobre la categoría de todos los valores materiales e inmateriales de los que hemos hablado, para al menos, no obstaculizar su desarrollo personal ni su felicidad.
Cuidado con acumular juguetes que no se cuidan ni se usan, ni cosas a las que estamos apegados y que nos inundan la casa. Cuidado con los megaestuches para el cole que contienen maravillosas cosas innecesarias que les distraen de su tarea. Cuidado en general con sumergirlos en un mar de bienes consumibles que emborrachen sus sentidos y les dificulten acceder a las “cosas de verdad”